EL PUEBLO: Sociedad judía

EL PUEBLO: Sociedad judía

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  • El largo regreso a casa

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    The ingathering of the exiles

    Como consecuencia de su exilio de la Tierra de Israel, hace unos 2.000 años, los judíos se dispersaron por otros países, principalmente por Europa, África del Norte y el Oriente Medio. Con el correr de los siglos, establecieron numerosas comunidades en países cercanos y lejanos, en las que vivieron largos períodos de desarrollo y prosperidad, pero a veces también fueron sometidos a una cruel discriminación, brutales pogromos y expulsiones totales o parciales. Cada ola de persecución y violencia reforzaba su creencia en el concepto de "retorno del exilio" y alentaba  a individuos y grupos a regresar a su hogar ancestral.

    El movimiento sionista, fundado a fines del siglo XIX, convirtió esta idea en el motor de una amplia corriente de regreso al solar patrio y el Estado de Israel la tradujo en ley, otorgándole la ciudadanía a todo judío que desee establecerse en el país.

     


  • Formación de una nueva sociedad

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    La base política, económica y cultural de la sociedad judía actual de Israel se formó durante el período del dominio británico (1917-48). Ideológicamente motivada por el sionismo, la comunidad judía en la Tierra de Israel desarrolló instituciones políticas y sociales que ejercían autoridad sin soberanía, dirigiendo sus esfuerzos a todos los niveles hacia la consolidación y el desarrollo. El voluntarismo era su columna vertebral política y la igualdad, su aglutinante social.

    A raíz de la obtención de la independencia política y la masiva inmigración que la siguió,  la población judía de Israel se duplicó de 650.000 a alrededor de 1,3 millones en los primeros cuatro años del estado (1948-52), cambiando la estructura y la textura de la sociedad israelí. El grupo social resultante quedó formado por dos elementos principales: una mayoría compuesta por la antigua comunidad sefardí, veteranos pobladores asquenazíes y sobrevivientes del Holocausto, y una gran minoría de nuevos inmigrantes judíos de los países islámicos de África del Norte  y del Medio Oriente. Si bien la mayor parte de la población preestatal estaba comprometida con fuertes convicciones ideológicas, un espíritu pionero y un modo de vida democrático, muchos de los judíos que vivieron durante siglos en los países árabes adherían a una organización social patriarcal, desconocían el proceso democrático y las exigencias de una sociedad moderna, y les resultó difícil integrarse en la sociedad israelí y en su economía que se desarrollaba con rapidez.

    Hacia fines de la década del 50, los dos grupos virtualmente coexistían sin interacción social ni cultural, y los judíos de origen norafricano y mesoriental expresaban su frustración y alienación en protestas antigubernamentales que, en los años 60 y 70 se convirtieron en exigencias de mayor participación política, asignaciones de recursos compensatorias y una acción positiva para ayudar a cerrar la brecha entre ellos y los demás israelíes. Además de las tensiones generadas por la diversidad de su población durante esos años, la sociedad israelí tuvo que luchar por su independencia económica y a defenderse contra las acciones bélicas de países árabes en las fronteras. A pesar de esto, los denominadores comunes de religión, memoria histórica y cohesión nacional dentro de la sociedad judía demostraron ser lo suficientemente fuertes para hacer frente a los desafíos que se afrontaban.



  • Continua integración

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    A lo largo de los años, Israel ha seguido recibiendo inmigrantes en mayores o menores números, provenientes de los países libres del mundo occidental, así como de áreas económica y socialmente deprimidas. La más importante ola inmigratoria de las últimas décadas estaba formada por miembros de la gran comunidad judía de la ex Unión Soviética, que luchó durante años por su derecho a emigrar a Israel. Unos 100.000 lograron llegar en los años 70, y a partir de 1989 más de un millón se han establecido en el país. Entre ellos se cuentan muchos profesionales de alto nivel, conocidos científicos, aclamados artistas y músicos, cuya experiencia y talento contribuyen significativamente a la vida económica, científica, académica y cultural de Israel.

    Los años 80 y 90 fueron testigos de la llegada en masa, en dos traslados aéreos, de la antigua comunidad judía de Etiopía, que según creencia popular se estableció allí en los tiempos del Rey Salomón. Aunque la transición de estos 50.000 inmigrantes de un ambiente agrario africano a una sociedad occidental industrializada tomará tiempo, la ansiedad de sus jóvenes por adaptarse apresurará la absorción de esta largamente aislada comunidad judía.

    Inmigrantes de Etiopía llegan de Adis-Abeba, en la "Operación Salomón"
    Inmigrantes de Etiopía llegan de Adis-Abeba, en la "Operación Salomón"
    (Foto: PPG/Ts. Israeli)
     
  • Diversidad Religiosa

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    Desde los tiempos bíblicos, los judíos han sido un pueblo con una fe monoteísta: el judaísmo, que denota tanto un concepto religioso como uno nacional. Hacia el siglo XVIII, la mayoría de ellos vivía en Europa Oriental, donde estaban confinados en guetos, con poca interacción con la sociedad que los rodeaba. Dentro de sus comunidades, administraban sus propios asuntos, conforme al sistema de la ley rabínica (Halajá) desarrollada y codificada por estudiosos religiosos durante muchos siglos.

    El espíritu de emancipación y nacionalismo que barrió a la Europa del siglo XIX ocasionó el desarrollo de una actitud más liberal en la educación, la cultura, la filosofía y la teología. Ese espíritu generó también varios movimientos judíos, algunos con líneas religiosas liberales, mientras que otros adoptaron ideologías nacionales y políticas que significaban una ruptura con la ortodoxia y su forma de vida, y abogaban por una integración completa en la sociedad no judía.

    Hoy en día la sociedad judía de Israel está formada por judíos observantes y no observantes, en un espectro que va desde los ultraortodoxos hasta los completamente laicos. Sin embargo, las diferencias entre ellos no están claramente definidas. Desde el punto de vista de la adherencia a las leyes y prácticas religiosas judías, el 20 por ciento de la población cumple todos los preceptos religiosos, el 60 por ciento cumple algunos, de acuerdo a su inclinación personal y a sus tradiciones comunitarias, y un 20 por ciento es básicamente no observante. Pero dado que Israel fue concebido como un estado judío, el shabat (sábado) y todas las festividades judías han sido instituidas como fiestas nacionales y son celebradas por toda la población judía y observadas por todos, en mayor o menor medida.

    Judíos ultraortodoxos en un barrio de Jerusalén
    Judíos ultraortodoxos en un barrio de Jerusalén (Foto: Ministerio del Turismo)

    Otros indicadores del grado de religiosidad pueden ser el porcentaje de padres que otorga a sus hijos una educación religiosa o el porcentaje de quienes votan por partidos políticos religiosos en las elecciones nacionales. El significado de estas cifras, sin embargo, es incierto, dado que padres no observantes pueden inscribir a sus hijos en escuelas religiosas y muchos ciudadanos ortodoxos votan por partidos políticos no religiosos.


    Básicamente, se puede considerar que la mayoría de la población está constituida por judíos seculares que adoptan un estilo de vida moderno, con diversos grados de práctica religiosa. Dentro de esta mayoría, muchos siguen una forma de vida tradicional modificada, y algunos eligen afiliarse a alguna de las corrientes religiosas liberales.

    Dentro de la minoría observante, tanto sefardí como asquenazí, son muchos los que aún adhieréndose a una forma de vida regulada por las leyes religiosas judías, participan plenamente en la vida del país. Consideran el moderno estado judío como el primer paso hacia la venida del Mesías y la redención del pueblo judío en la Tierra de Israel.

    En contraste, algunos judíos ultraortodoxos consideran que la soberanía judía sobre la Tierra de Israel podrá ser restablecida solamente después de la venida del Mesías. Manteniendo estricta adherencia a la ley religiosa judía, se alojan en barrios propios,  tienen sus propias escuelas, se visten con trajes tradicionales, dan roles netamente diferenciados al hombre y a la mujer y viven replegados sobre sí mismos.

    Foto I. Sztulman, Cortesía del Museo U. Nahon de arte judaico

     
  • Controversias internas

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    Dado que no hay una clara separación entre religión y estado, la medida en que Israel debe manifestar su identidad religiosa ha sido un tema de constante polémica interna.   El sector ortodoxo aspíra a ampliar la legislación religiosa a otros campos más allá del derecho personal, que está sometido a su exclusiva jurisdicción, mientras que el sector no observante ve en ello una coerción religiosa y una violación de la naturaleza democrática del estado. Un tema de discusión constante es el de según qué criterio se define a una persona como judía.

    Los círculos ortodoxos desean definir como judíos, conforme a la ley judía tradiciónal, sólo a los nacidos de madre judía o a los convertidos según el rito ortodoxo estricto; los judíos no observantes, en cambio,, suelen apoyar una definición basada en el criterio civil de identificación con el judaísmo.

    Esta controversia ha llevado a buscar medios legales para definir la demarcación entre religión y estado. Mientras no se halle una solución global, se sigue aplicando el acuerdo no escrito, alcanzado en vísperas de la independencia del país, de mantener el "statu quo", es decir no realizar ningún cambio significativo en la vigencia de las leyes relacionadas con la religión. 


  • La sociedad del kibutz

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    El kibutz es un marco social y económico singular, basado en principios igualitarios y comunitarios, que surgió de la sociedad pionera de comienzos del siglo XX y se convirtió en una forma de vida rural permanente. Con el correr de los años, los kibutzim desarrollaron una próspera economía, en un comienzo principalmente agrícola, y posteriormente ampliada a empresas industriales y de servicios.

    Los kibutzim se distinguieron por la contribución de sus miembros al establecimiento y la construcción del estado. En el período preestatal y durante los primeros años del estado, asumieron funciones centrales en los planos de asentamiento, inmigración y defensa, pero cuando éstas fueron transferidas al estado, la interacción entre el kibutz y la sociedad israelí disminuyó considerablemente. Su centralidad como vanguardia en el desarrollo social e institucional disminuyó, y desde la década del 70, su poder político, que en los primeros tiempos del estado les había llevado a una elevada representación, ha declinado. Sin embargo, la parte de los kibutzim en el producto nacional ha seguido siendo significativamente mayor que su proporción dentro de la población.

    En las últimas décadas, el kibutz se ha hecho más introspectivo enfatizando el logro individual y el desarrollo económico. En muchos kibutzim la antigua ética del trabajo, de "hacerlo nosotros mismos", ha pasado a ser menos rígida, se ha debilitado el tabú contra la contratación de asalariados, y se emplean grandes números de trabajadores a sueldo que no son miembros del kibutz.

    Simultáneamente, un creciente número de miembros del kibutz trabaja en el exterior, siendo su salario acreditado al kibutz.
     
    En la actualidad, el kibutz es  la obra de tres generaciones. Los fundadores, motivados por fuertes convicciones y una ideología distintiva, formaron una sociedad con un modo de vida singular. Sus hijos, nacidos en una estructura social existente, trabajaron duramente para consolidar la base económica, social y administrativa del kibutz. La generación actual, que creció en una sociedad establecida y próspera, enfrenta los desafíos de la vida moderna. Hoy, gran parte de las discusiones se centran en la naturaleza futura de la relación y la responsabilidad mutua entre el individuo y la comunidad del kibutz, así como en las implicaciones para esta comunidad de los  recientes desarrollos en tecnología y comunicaciones.

    Algunos temen que al adaptarse a las cambiantes circunstancias el kibutz se esté alejando peligrosamente de sus principios originales; otros creen que su capacidad de llegar a compromisos y adaptarse, es la clave de su supervivencia.

    Kibutz: un joven conduce su tractor en un palmeral
    Kibutz: un joven conduce su tractor en un palmeral
     
     
    Kibutz: el establo y las ordeñadoras
    Kibutz: el establo y las ordeñadoras
    (Fotos: Ministerio del Turismo)